Las emociones y el aprendizaje

¿QUÉ LUGAR OCUPAN LAS EMOCIONES EN LA EDUCACIÓN?


Planificar nuestras clases es importante pero no es lo único…

Como docentes nos proponemos objetivos a alcanzar con nuestros alumnos; pensamos en cómo acercarnos a ellos empleando distintas estrategias para que cada uno pueda asimilar los conocimientos a partir de sus capacidades y de sus necesidades únicas. Deseamos que posean conocimientos para desenvolverse adecuadamente en la vida.                                                                                                                           Si bien todo el aspecto intelectual es muy importante, no podemos dejar de lado las emociones, los sentimientos y todo aquello que caracteriza al hombre como un ser social.                                                   Debemos tener en cuenta que el hombre debe desarrollarse en forma integral para ser un ser humano completo.                                                                                                                                                  Todo el conocimiento que podamos brindar es importante, pero también debemos aspirar a que nuestros niños puedan desarrollarse adecuadamente dentro del medio social en el que les corresponda actuar, teniendo en cuenta sus capacidades y sus valores.
Las emociones forman parte de nuestra vida cotidiana. No podemos pensar en un mundo sin ellas.¿Y qué pasa en el plano educativo? ¿Qué lugar ocupan las emociones en el proceso de enseñanza-aprendizaje?
En el aula, debemos tomar la experiencia de aprender en algo significativo para el alumno, que lo motive y que deje en él un recuerdo imborrable.
Todos guardamos recuerdos de nuestros maestros que han dejado una huella, no sólo porque nos enseñaron un contenido, sino por algún gesto, algún sentimiento en particular, una actitud, algo que nos marcó para siempre.
El afecto, la comprensión y la contención son ingredientes fundamentales para asegurar un buen aprendizaje. Se aprende a través de la mirada del otro, de sus palabras, de sus gestos, de su contención. Por eso, cuando pensamos en el rol docente, vemos que todo en nosotros se pone en juego. No se trata sólo de “transmitir lo que planificamos”; va mucho más allá. Es totalmente inconsciente, tiene que ver con nuestra forma de ser, nuestros valores y nuestra propia historia educativa. Todo ello se pone en juego automáticamente cuando estamos enseñando. De esta manera, el niño adquiere valores y desarrolla su autoestima.


“La mirada del otro es muy importante”. Los niños viven pendientes del reconocimiento de los adultos. Es por ello que, desde la escuela y la familia debemos trabajar juntos para formar niños felices, motivados y desarrollados tanto intelectualmente como emocionalmente.”